Quedo grabada en mi memoria aquel día que encontré, en el rincón de una pared de las calles de Shoreditch, una diminuta figura de un indígena mejicano, a su lado había una guitarra azul apoyada contra una silla roja. La sombras del personaje, la silla y la guitarra proyectadas sobre el pavimento ayudaban a simular la realidad. Ese primer encuentro con la miniatura obra del arte de Pablo Delgado fue como una revelación, algo muy especial, de hecho me llegué a preguntar si alguien había dejado un mensaje a descifrar.
Las creaciones de Delgado también se exponen en galerías de arte y esta vez le toco el turno a la Howard Griffin Gallery casualmente se encuentra en el mismo barrio de aquel primer encuentro. Una exposición donde hay sorpresas en cada rincón, me atrevo a comparar la exposición con un show de magia. El artista seduce al espectador a mirar hacia un interior desde pequeños agujeros colocados en la pared, en espejos , en sombras en la pared donde finalmente revela el contenido.
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